¿Por qué explotamos?
No hay un solo motivo, que podamos decir que causa el ataque de rabia, los gritos y los malos modos. No todos explotamos por lo mismo, pero todos podemos aprender a no hacerlo.
Estas son algunas razones:
– Por no haber aprendido otra forma de resolver los conflictos. Si en nuestra infancia, hemos visto que los problemas y diferencias personales se solucionaban levantando la voz, queriendo imponer la “razón” de uno sobre la “razón” del otro, es más probable que usemos la misma técnica.
– Por tener un nivel muy bajo de tolerancia a las frustraciones. No aceptar que las cosas salgan diferentes a como uno espera, lleva a las personas a la frustración. Cuanto menos acostumbrados estés a las decepciones, más fácil podrás llegar al ataque de ira, de rabia.
– Personas poco asertivas, que tienen una conducta pasiva. Las personas que consideramos más buenas, que toleran todo, que aceptan todo, pueden ser las que exploten con más ira y violencia cuando su vaso se ha colmado.
Pero poder vencer y ganar al enojo es una tarea posible. No solo posible, sino imprescindible. Al fin y al cabo, una emoción, es una emoción, y pagamos en nuestra vida emocional, familiar, en nuestro matrimonio, un precio demasiado alto por no sabes gestionar la rabia, perdonar, y continuar con la relación.
Por eso, para aprender a manejar tu ira, recuerda:
– No siempre tendrás la razón aunque lo creas.
– No siempre podrás imponer tu modo de ver las cosas, aunque lo intentes.
– No siempre sabrás como son las cosas, aunque las estés viendo.
– No siempre los demás harán lo que tú esperas, aunque lo hayan dicho.
– No siempre podrás saber lo que esperan de ti, menos si no preguntas.
– No siempre sabrán lo que esperas de ellos, menos si no lo dices.
Trata siempre de mantenerse consciente del pensamiento. La ira sustituye el pensamiento consciente, por lo que vamos a necesitar mantener la consciencia, para saber lo que se desea hacer, con sentimientos de ira, y no simplemente reaccionar a los instintos percibidos.
Espera. La ira hace reaccionar y no permite pensar en “qué pasaría si…”. Aunque se debería considerar el: ¿Qué pasa si no se enoja? ¿Se está teniendo resultado no deseados ante situaciones similares? Espera antes de actuar, y responde de una manera tranquila. Con la espera, se puede hablar de forma más tranquila, sin usar palabras hirientes, que en un primer momento salen como mera reacción.
Saber cambiar de situación, pues saliéndose de la escena, aunque puede llegar a parecer una forma cobarde de actuar, en los conflictos, sobre todo si no se quiere hacer daño a la persona con quien se está interactuando, lo más adecuado es abandonar y tomar algo de aire fresco. Un cambio de escenario, es a veces suficiente para provocar un cambio en la emoción. Tal vez haya una equivocación, aunque es difícil entenderla en ese momento debido a que se está enojado, y bajo un fuerte estado emocional.
Toma una respiración profunda, lo que tiene dos objetivos en el control de la ira. En primer lugar, que aporta más oxígeno al cerebro y ello supone un estado más relajado. En segundo lugar, si lo haces muy despacio, se da el tiempo necesario para pensar y reconsiderar lo que podría desear decir, de forma reactiva por la ira, y evitar así una reacción instintiva.
Libera esa carga emocional, aunque no se trata de darse contra una pared, punzar una almohada, o ir a un campo de tiro, para liberar esa energía acumulada, cualquiera puede canalizar su ira a través de la escritura y el canto, actividades que tienen su consumo energético, aparte de que se centra la atención en lo que se hace, dejando de lado lo otro. También puede encontrarse a alguien con quien se pueda hablar y escucharle. Practicar pasatiempos, deportes y juegos también es una solución adecuada, para así centrarse en cosas diferentes al instinto que ha producido ira.
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